Novela en desarrollo, paciencia por favor.

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4/1/12

15.a


Cuando Abril atravesó la puerta del 10mo “C” Milena la recibió como a un integrante de la familia para luego acomodarse sobre la mesa y mirarlos a todos con astucia felina. Oliverio cerró la puerta e intentó disimular cuánto le había gustado la amiga de Constanza, hubiese deseado ser gato para observarla con tanta impunidad y, bueno, también para recibir todas esas caricias gratuitas.
-¿Alguna novedad?- fue el saludo de Abril tras abrazar a Gonzalo y concentrarse en la gata.- Cómo adoro a este bicho. Tiene una personalidad increíble.
-Nada que no te haya contado Oliverio por teléfono. Fuera de los dos gritos que escuché y lo que nos dijo Adela, la señora de al lado, no tenemos idea de qué puede haberle pasado. ¿Hay algo que vos puedas aportar? Yo hace casi dos meses que no hablo con ella directamente y las conversaciones anteriores... supongo que no cuentan, eran discusiones sin sentido.
Abril posó la mirada sobre el rostro de Gonzalo unos instantes en absoluto silencio, era muy difícil dilucidar qué pensaba en ese momento pero se notaba que libraba una batalla consigo misma. Algo en la expresión entre triste y desesperada de Gonzalo la ayudó a decidirse.
-Gonza... vos y yo nunca nos llevamos del todo bien, supongo que debés saber que era una cuestión de celos, no de que no me cayeras bien o algo por el estilo.- Sonrió ante la expresión casi horrorizada de Oliverio y se vio en la necesidad de aclarar:- Celos de amigas, de que Constanza pasara mayor tiempo con él que conmigo, cosas así. No me gustan las mujeres.
El rubor que invadió su rostro hizo sentir a Oliverio casi enamorado de ella y desvió la mirada como un niño culpable de algo.
-Pero en los últimos tiempos ella me hablaba de vos como si te hubieses transformado en otra persona- continuó relatando la chica ante un Gonzalo terriblemente avergonzado,- estaba muy mal, no entendía la situación, sentía como si la hubiese provocado ella sin saber cómo ni cuándo y en medio de ese caos apareció alguien que la consoló. Constanza me habló muy poco de esa persona, se sentía culpable de lo que le estaba pasando y evitaba los detalles. Te puedo decir que la hizo sentir mejor, sí, y que es con esa persona que se fue de vacaciones...
-Una mujer, ¿no te decía yo, Olaf? El premio al idiota del año deberían darme, yo provoqué todo...- Gonzalo se levantó y se dirigió al balcón. Oliverio fue tras él, Abril miró a la gata a los ojos y suspiró, la acarició tras las orejas mientras la oía ronronear.
-Gonza, vamos para adentro.
-Necesito estar solo, necesito pensar.
-Adentro podés hacer lo mismo, si querés nos vamos.
-No me voy a tirar, Olaf, si no me tiré hasta ahora, no lo voy a hacer por confirmar una sospecha, no mientras Constanza esté sufriendo por ahí, su dolor me pesa más que el mío.
-¿Por qué no terminamos de escuchar lo que tenga que decir su amiga? -Nombrarla lo haría ruborizarse, no quería mezclar las cosas.- No te quedes con lo primero que oís, por favor...
-Necesito...
-¡Adentro, mierda! ¡Necesitás escuchar más! ¡Lejos del balcón!-Gonzalo obedeció y Oliverio lo siguió murmurando entre dientes- Qué ganas de hacerme poner nervioso, carajo.
Abril los miró mientras volvían a entrar con aprensión en los ojos, esperó a que se sentaran y, tras unos segundos incómodos, preguntó:
-¿Quién es Olaf?
Las risas anteriores y posteriores a la explicación distendieron un poco los ánimos, hasta Milena los miraba satisfecha con los ojos entrecerrados.
-¿Sabés el nombre de la mujer que estaba con Constanza?- disparó Oliverio, había que volver al tema, exprimirlo hasta las últimas gotas hasta que pudieran dejarlo de lado.- ¿Tenés idea de dónde salió, cómo la conoció?
-No, esos eran los detalles que evitaba. Se centraba en cómo la pasaba y cómo se sentía. Constanza es muy emocional.- La expresión de Gonzalo volvía a ensombrecerse, Abril se acercó a él y apoyó una mano en la maraña de rulos.- Gonza, vos la conocés, sabés que es como un pajarito. Si lo maltratás, el pajarito se vuela y se puede posar en una mano donde se sienta cómodo. Eso no quiere decir que dejara de amarte. No es algo que me haya dicho directamente tampoco, pero esas cosas se sienten en la manera de hablar de alguien, en cómo dice las cosas cuando habla de vos, en los silencios que se hacen después de recordar algo. No bajes los brazos, cuando dos personas se aman las discusiones no son irreconciliables, por más duras que hayan sido.
Las lágrimas comenzaron a desbordar los ojos de Gonzalo que apretaba los labios mirando el suelo. Oliverio se paró al otro lado y puso una mano en su hombro.
-Chabón, no te quiebres ahora. Hay que saber qué le pasó, hay que encontrarla, hay que pensar sin que nos nublen las emociones. Te necesitamos entero, boludo.
Gonzalo asintió y se secó las lágrimas con el dorso de la mano.
-Gracias. A los dos- Milena maulló reclamando atención, Gonzalo estiró una mano para acariciarla con una sonrisa.- A los tres.

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