Novela en desarrollo, paciencia por favor.

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8/1/12

17.a


Gonzalo sintió una presión en el pecho y un calor lo invadió de repente, unos ojos -gatunos, verdosos, ineludibles- lo escrutaban desde un lugar privilegiado, Milena recostada sobre su pecho creía que ya era hora de comer y nada en el planeta la podría convencer de lo contrario. El despertador decía que eran las siete. Hora de comer, maulló Milena con toda su negrura respaldándola. Gonzalo se levantó y se dirigió a la cocina, si no le llenaba el plato de alimento cuanto antes sospechaba que esa bola de pelos no lo dejaría ni mear en paz.
De regreso en la habitación, sintió que el día era diferente de todos los demás. El silencio, se sorprendió pensando, el televisor de Oliverio está apagado. Ese hecho le resultaba inquietante. Dentro de los sucesos de los días pasados ciertas cosas rutinarias se fueron manteniendo, esos detalles que lo ayudaban a seguir aferrado a la realidad diaria, pero esto... Gonzalo aguzó el oído. Nada. Estuvo a punto de salir al balcón para escuchar mejor cuando oyó un gemido y sonrió. No recordaba haber oído nunca antes que Oliverio mirara pornografía, pero bueno, cada uno satisface sus necesidades como mejor le sale, incluso a las siete de la mañana. Se metió en la ducha presuroso tratando de olvidar cuanto antes el asunto, la sexualidad de su vecino no era algo que lo apasionara. Tampoco quería ponerse a pensar en Constanza desde esa hora de la mañana, tenía que pasar por el trabajo, hablar con Mariana, dar algún tipo de explicación a su jefe.
Salió de la ducha y, envuelto en la toalla, se asomó al balcón. Cerró los ojos y dejó que el sol bañara su rostro mientras el agua chorreaba desde su cabeza. Una especie de bienestar lo invadió y lo hizo sentir culpable. Abrió los ojos y observó la calle con resentimiento, comenzaba a sentir cierta aversión por esa ciudad gris que se tragaba personas y sentimientos. Era ridículo estar culpando a la ciudad por la ruptura de su relación, pero de alguna manera creía que algo ajeno a ellos dos los había separado deliberadamente, igual que alguien jugaba con su cabeza, la escena del maniquí, por ejemplo. ¿Qué mente enferma...? De pronto se sintió observado, giró el cuerpo justo a tiempo para ver una figura que desaparecía en el balcón de arriba ¿podría Samantha estar en la oficina tan temprano? El sol le había impedido reconocer la aparición fugaz, sin embargo no apartó la vista de allí. Creyó oír voces ahogadas y estaba a punto de hablar para demandar una respuesta cuando Oliverio apareció en el balcón contiguo riéndose de algo. Una sonrisa acompañó la intención de Gonzalo de preguntarle a su vecino si estaba fumando marihuana desde tan temprano pero cuando lo tuvo de frente el mal chiste murió en sus labios.
-¿Quién es usted y qué ha hecho con mi vecino?- articuló frente al rostro del Oliverio menos zombie que hubiese visto jamás.- ¿Qué comiste anoche, Olaf?
Oliverio frunció el ceño, se ruborizó e intentó responder.
-¿Eh...? Yo... n-nada. ¿Pizza? ¿por qué?- ráfagas de pensamientos se entremezclaban en su cabeza, estaba tratando de darse cuenta si Gonzalo hablaba en doble sentido.- ¿Qué hacés despierto tan temprano vos?
-Nada, no te pongas a la defensiva, lo digo porque se te ve... eh... luminoso, por decirlo de alguna manera. No se te puede decir un piropo, boludo, ¿qué te pasa?- Abril lo saludó desde detrás de Oliverio- Ah, el rompecabezas se completa solito. Buenos días, señorita, usted se ve más luminosa todavía. Buen trabajo, vecino.
-Basta, che. ¿Vos cómo estás?- Oliverio parecía un tomate bajo el sol de la mañana.
-Pff, comparado con ustedes dos, una porquería. Pero no se preocupen, estoy mejor que ayer. Ahora tengo un despertador automático y peludo que me hace mimos, así que no tengo nada que envidiarles- sonrió con sinceridad.- Me voy a dar una vuelta por la oficina, después voy a visitar a Adela, a ver si le puedo sacar algún detalle que se nos haya perdido. ¿Nos vemos acá a la noche?
-Dale- Oliverio tomó de la mano a Abril que sonrió y asintió,- nos vemos a la noche.
-Vecino, me alegro mucho por usted. Era hora de que le pasara algo lindo, ¡y mire qué lindo! A vos, Abril, bueno, sobre gustos... ja ja ja. Sí, ya me voy, a veces me olvido que estoy casi en bolas, perdón.

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