-¡Adelaanteee!-
la odiosa voz al otro lado de la puerta lo invitó a pasar.- Vallejo,
tomá asiento que ya estoy con vos.
Gonzalo
se sentó presa de un gigantesco deja vu, pero esta vez sentía que
tenía el cerebro vacío y no tenía idea de cuáles serían las
palabras que escaparían de su boca. Mejor así.
-De
eso no te preocupes que me encargo yo. Si los huecos se hicieron de
mi lado, yo me encargo de taparlos, queso para atrapar a los ratones
me sobra, sí señor. De ese otro asunto personal ya me encargué. De
nada.- Ibañez colgó el teléfono al que le dedicó una mirada de
odio antes de levantar la vista y toparse con Gonzalo mirándolo de
frente.
-¡Vallejo!
¡Mi vendedor estrella! ¿Qué anda sucediendo? No me decaiga, señor,
que el trabajo sigue rodando y necesitamos de las mejores ruedas para
mantenerlo en marcha.- le sonrió y en ese momento Gonzalo se dió
cuenta de cuánto odiaba a ese hijo de puta.
-Para
serte sincero...-No, no podía ser sincero,- estoy sintiendo como un
cansancio extremo en estos días. Si no te jode demasiado, podría
tomarme mis vacaciones ahora, así no te enquilombo con los papeles.
Es más fácil, me parece, que tener que estar bancándome
indefinidamente. ¿Estás de acuerdo?
Ibañez
meditó un instante sus palabras, luego pareció perderse en otras
cavilaciones. Gonzalo no le sacaba la mirada de encima, visíblemente
incómodo, lo único que quería era una respuesta para irse de ahí.
-Mirá,
Vallejo, personal no nos sobra en estos días, sumale a eso que hay
un par de quilombos internos que solucionar, tus vacaciones son un
dolor en las pelotas para mí en este momento- entrecruzó los dedos
de las manos frente a su nariz, apoyando los codos en el escritorio y
clavó sus ojos en Gonzalo.
-Hace
dos años que no me tomo vacaciones, creo haber hecho suficiente
buena letra...
-Escuchame
bien, pendejo de mierda, a mí no me vengas con demandas. Bastante
presión tengo sobre mis hombros como para que vos también me vengas
a dar órdenes. Si quisiera darte una patada en el culo, mañana
mismo tengo una fila de tipos mejores que vos aspirando a tu laburo,
dispuestos a chuparme la pija si se los pido. No te puedo rajar sin
motivo por los años que hace que laburás acá, no tengo ganas de
que me saqués guita. Andá, tomate tus vacaciones del orto, hacete
coger a ver si te levanta el ánimo y después empezá a cuidarte,
porque acá no vas a durar mucho más.
Gonzalo
se levantó de su silla, con los puños y las mandíbulas apretadas,
le dedicó una mirada con todo el asco que se venía guardando y
solamente dijo:
-Yo
que vos me cuidaría de andar sacando la pija por ahí, no vaya a ser
cosa que te la coman los ratones.
El
rostro de Ibañez adoptó un tinte grisáceo, pero su expresión casi
no se modificó. Gonzalo abandonó la oficina con una sonrisa
estúpida. No sabía dónde le había pegado pero le había dolido y
mucho.
No hay comentarios:
Publicar un comentario